31.7.12

LA INFLACION ¿UN VERDADERO PROBLEMA?

La formación de precios en una economía es un fenómeno difícil de explicar con modelos simples o a través de unas pocas variables. Más bien es un proceso en el cual los distintos agentes de la economía, interactúan en un juego de acción y reacción, de acuerdo al contexto económico, las políticas aplicadas por el gobierno, y las expectativas que forman el resto de los agentes en base a ellas. En los últimos meses, el debate acerca de la inflación en Argentina pareciera haber recrudecido. ¿Es realmente tan alarmante la situación en torno al nivel de precios? A lo largo de la historia, el problema de la inflación ha sido abordado recurrentemente por las distintas escuelas económicas. Y si bien las distintas visiones acerca de la causa por la que el nivel general de precios crece difieren entre si, la realidad indica que cada un de las escuelas aporta una de las distintas caras del mismo fenómeno. Los “Monetaristas”, con Friedman como máximo exponente, identifican el flagelo inflacionario como un problema meramente monetario. Asumen un mundo con economías en pleno empleo de su capacidad productiva y en competencia perfecta. Subyace a este razonamiento, la teoría cuantitativa del dinero: M*V=P*Q Donde M= Stock de dinero nominal; V= Velocidad de circulación del dinero; P= Precios; Q= Producto. La teoría cuantitativa plantea una simplificación de la economía. En este mundo teórico, en el cual el dinero se demanda para transacciones, el stock monetario, y el nivel de producto, guardan estrecha relación. Si la velocidad de circulación de dinero es constante, y si la economía alcanzó el pleno empleo, un exceso de oferta de dinero (o una política monetaria expansiva) ajustará vía una suba en el nivel de precios. La inflación sobreviene entonces debido a excesos de demanda de bienes y servicios, los cuales conllevan un exceso de oferta de dinero, y por ende a una suba de precios. Así, si un país con déficit fiscal elevado decide financiar el mismo con emisión monetaria, se generará una presión al alza sobre el nivel de precios. Por otra parte, la escuela “Estructuralista”, con fuerte base en la CEPAL, postula que las economías latinoamericanas no pueden ser analizadas siguiendo los supuestos de la teoría monetarista. Lo primero que señalan, es que los supuestos de pleno empleo y competencia perfecta no se cumplen en estas economías. Intentan por lo tanto explicar las causas de la inflación desde tópicos diferentes a los monetarios. Abordan entonces el problema desde las rigideces de la Oferta y las fallas de mercado. Los precios nominales en estas economías, son “de ajuste lento” o rígidos a la baja y esta es la clave de la visión estructuralista. El foco de esta corriente esta puesto en la puja social por los ingresos. Cada sector lucha por defender su porción de la torta y reclama al gobierno “sin mirar” lo que sucede alrededor, presionando al estado para que incline la balanza de la distribución de la riqueza a su favor. Generalmente esto termina con estados que incurren en cuantiosos niveles de déficit fiscal, los cuales deben ser financiados con emisión monetaria, agravando la tensión de precios. Otra visión al respecto es la que aporta la teoría de las “Expectativas Racionales”, la cual indica que los agentes económicos ajustan su comportamiento temporal, de acuerdo al cúmulo de información con el que cuentan. Los agentes analizan toda la información (pasada y presente), y ajustan su comportamiento (precios) de acuerdo a dicho análisis. Si los individuos observan que en el pasado determinadas políticas han dado lugar a subas en el nivel general de precios, y esas mismas políticas suceden en el presente, se crean una expectativa propia (pronóstico) acerca de la evolución futura del nivel de precios, y no tardaran en anticiparse, ajustando su comportamiento, afectando el nivel de precios y provocando (al actuar en conjunto con los demás agentes) el cumplimiento de su propio pronóstico. Cada una de estas visiones aporta una parte de la verdad, y permite explicar una parte de la realidad. Todas ellas confluyen en un mismo flagelo: Inflación. Todas ellas sirven para comprender un poco más la situación económica actual en nuestro país, Argentina. No cabe duda, que los analistas habituales, tienen la visión monetarista a flor de piel. Su habitual explicación para el actual contexto inflacionario, radica en la política monetaria expansionista que el gobierno K ha venido aplicando desde el comienzo de su mandato en 2003. Esta visión, considera un error garrafal, que el gobierno se financie con emisión monetaria, lo cual (según su retórica) termina siendo “distorsivo”, y fomenta el desmadre del gasto público. Más allá de las cuestiones ideológicas, hay que reconocer que una parte de verdad hay en el planteo: De un tiempo a esta parte, la economía nacional ha reducido notablemente los niveles de desempleo. Tasas del 6 o 7%de desempleo, se asemejan mucho al pleno empleo, en economías como la nuestra. Es por ello que la visión monetarista cobra relevancia. En un contexto como este, no hay dudas que la expansión monetaria se trasladará (al menos en parte) al nivel de precios. Reconocer esta dificultad en cuanto al traslado a precios de la emisión monetaria, implica también reconocer las ventajas de gozar de tasas de desempleo de un digito, cuando en el viejo mundo, las tasas de desocupación superan el 20%. Pero también es verdad, que la visión estructuralista explica con cierto atino lo ocurrido en nuestro país en tiempos recientes. La lucha por mantener el salario real ha ocupado el centro de la escena en los últimos ocho años. Y es lógico que así sea. El impuesto inflacionario, socava el poder adquisitivo de los trabajadores, y estos tienen una sola mirada: la de su billetera. Por lo tanto su único interés, radica en mantener el poder de compra de su salario. Esto provoca tensiones sociales permanentes, y lleva al gobierno a incrementar el gasto, y la necesidad de emitir para financiarlo. El gobierno kirchnerista ha sabido administrar bien el conflicto social. Y no solo eso, sino que desde el inicio, se ha preocupado de trabajar para sostener el salario real, consciente del flagelo inflacionario (mas allá de la estrategia de minimizar la inflación con las mediciones del INDEC, lo cual tiene que ver mas con los bonos de deuda indexados por inflación, que con la realidad interna del país). Lo primero que hizo Néstor Kirchner ni bien asumió la presidencia, fue decretar aumentos salariales, a fin de lograr la recuperación de los salarios. Y luego año a año, la administración K ha sabido homologar aumentos salariales del 20-25% promedio, a fin de que los ingresos no le pierdan pisada a los precios. Las Expectativas Racionales por su parte, también aportan su costado cierto a la evolución reciente de los precios. Con un paréntesis en 2009, la realidad indica que en los últimos ocho años, la inflación se ha situado en un 25% anual promedio. Los agentes económicos no desconocen esta tendencia. Al contrario. La han internalizado. Todos los contratos, los convenios laborales, las transacciones financieras, todos los precios de la economía, se ajustan al 25% anual, desde hace tiempo. Si bien la indexación esta prohibida por ley, los contratos a mediano plazo (los de alquiler por ejemplo), incorporan antes de su firma, la previsión del crecimiento en el nivel de precios. Las expectativas de los agentes se ajustan de acuerdo a los sucesos económicos recientes, y terminan internalizando la pauta del crecimiento de precios, fortaleciendo así la tendencia. Más allá de las explicaciones posibles acerca del fenómeno en los años recientes, surgen varias preguntas: ¿Niega el gobierno la existencia de la inflación? En primer lugar vale decir, que el gobierno no desconoce la situación. Es mas, la reconoce. Sucede que la evaluación que hace el gobierno, implica que la inflación es un costo a pagar, para sostener otros objetivos que se evalúan como prioritarios. Durante los años recientes, fue el costo a pagar a fin de sostener las tasas de crecimiento promedio del 9% que se registraron de 2004 a 2011, alcanzando el mayor proceso de crecimiento económico de los últimos 50 años. Cierto es que el gobierno se ha financiado y se financia vía emisión monetaria. ¿Es eso un error? Puede parecerlo en términos del nivel de inflación. Sin embargo, nadie puede discutir los resultados en términos del nivel de deuda. La deuda pública nacional que alcanzaba el 138% de PBI en 2003, hoy solo llega al 40%. La política de desendeudamiento llevada a cabo, le da al país cuantiosos grados de libertad en materia económica, los cuales no estaban presentes en otra época reciente. Lógicamente, el principal cuestionamiento radica en el uso discrecional del gasto, con fines puramente políticos. Puede ser cierto. Pero eso no puede opacar ni por asomo los logros obtenidos en materia económica durante la última década. En momentos donde los países del Viejo Continente hacen fila para solicitar asistencia financiera, Argentina goza de ser cada vez menos dependiente de los mercados financieros, en parte gracias a las “políticas incorrectas” de financiamiento con emisión monetaria. ¿Puede disparase la inflación? Nada hace pensar que así sea. Lejos esta el país de vivir situaciones similares a las de fines de los años 80, las cuales son caracterizadas como “hiperinflación”. Todo indica que el año cerrará nuevamente con una inflación en el rango del 25-30%. A todas luces nada que no haya ocurrido ya en los últimos ocho años. ¿Qué es lo extraordinario en 2012? La luz de alarma se enciende, porque el nivel de actividad se ha desacelerado. Ya no creceremos al 8% como el año anterior. La novedad es que a pesar de ello, el nivel de precios ha mantenido la tendencia alcista de años anteriores. He aquí el peligro. Vale recordar que el año 2009, en el cual se dio el último periodo de desaceleración como rebote de la crisis internacional de fines de 2008, vino acompañado por una desaceleración en el nivel de precios. Este escenario no es el actual. Sumado a esto, la restricción a las importaciones, y el cepo cambiario, no hicieron mas que fomentar la tendencia al crecimiento de los precios. Es en este contexto que se vuelve peligroso seguir usando la “maquinita” para financiar el gasto con emisión. El gobierno lo sabe. De hecho la emisión ha menguado durante los últimos dos meses. Pero así y todo es claro que el gobierno no desistirá de las políticas de fomento a la demanda (vía consumo), en la medida de lo posible. Sabe también el gobierno, que si bien la actividad ha menguado, la situación actual no es de recesión ni mucho menos. Sin duda se crecerá menos, pero Argentina cerrará 2012 con un crecimiento del PBI del 2% en el peor de los casos. Esta claro que la inflación no es agradable. Esta claro que el impuesto inflacionario es sumamente regresivo, y que afecta principalmente a los que menos tienen. Pero como siempre menciono, alguien puede pagar el pan 25% mas caro cada año si sus ingresos crecen un 25% cada año, pero alguien que no tiene trabajo, no puede comprar pan (si hay dudas, consultar en España). Esta claro el gobierno no abandonará sus banderas: Mercado interno, Producción Nacional, Empleo y Consumo. Aun si sostener dichas banderas es a costa de un nivel de inflación del 25-30% el cual ya ha sido incorporado a las expectativas de los agentes. Aun si es necesario seguir financiándose con emisión monetaria. Esta claro que el problema de la inflación suele estar bastante “inflado” por los analistas, que soslayan la verdadera razón de la inflación de los últimos años: Argentina ha avanzado 10 casilleros de golpe.

22.6.12

DEJA VU: Esto ya lo vi!!

Entre el año 2003 y el año 2008, el gobierno nacional conto con un socio estratégico. El Campo. En dicho periodo, se logro aumentar las exportaciones agropecuarias en un 200%, y las exportaciones totales un 175%. El país salía de una de las peores crisis económico-político-institucionales de las que se tenga memoria, y habiendo tocado fondo, fueron años de crecimiento explosivo. Durante la década anterior, el Tipo de Cambio Real atrasado artificialmente, había socavado las bases de la rentabilidad agrícola, a niveles insoportablemente bajos para los pequeños y medianos productores, concentrando la propiedad de la tierra en pocas manos. Con la devaluación de 2001, el esquema de competitividad se volvió atractivo nuevamente para la actividad agrícola – ganadera, y el nuevo gobierno, nacido en 2003 con muy escaso apoyo popular, encontró en el campo el socio ideal para su nuevo modelo de tres patas: Superávit Fiscal, Superávit Comercial, Consumo Interno. Las tres patas eran en realidad una sola: El Superávit Comercial basado en las agroexportaciones, permitía al estado recaudar formidables montos en concepto de retenciones a las exportaciones, con las cuales financiar la Demanda Interna para Consumo. El IDILIO duro hasta principios de 2008. Ese año, la cotización de la tonelada de Soja, comenzó a subir inusitadamente, alcanzando valores cercanos a los u$s 600 por tonelada. El gobierno entendió que era hora de mover el tablero, tocando una de las variables clave del modelo: las retenciones a las exportaciones agrícolas, que habían sido uno de los pilares del modelo. La idea fue un arancel móvil, que aumentaba progresivamente con el valor de la cotización de los granos y bajaba de la misma manera, si la cotización internacional de los granos cedía. Resultado: Un conflicto sin precedentes entre un gobierno y un sector de la economía, que dejo en el camino tres meses de tira y afloje, un feroz lock out corporativo del campo, y un gobierno desgastado al extremo. Lo paradójico es que ninguno de los dos actores de la disputa pudo ver lo que venia: Dos meses después de la caída de la famosa Resolución 125, se desató la mayor crisis económica internacional en 100 años, y el precio de la Soja se desplomó. O sea, el campo hubiera pagado menos con la retenciones móviles que proponía el gobierno, y el gobierno se embarco en un conflicto inútil, que lo desgasto internamente, y frente al resto de la sociedad. Los parecidos con el actual conflicto que el gobierno mantiene con el sector obrero son muchos. Si hay un sector que ha servido de legitimación al gobierno en sus diez años en el poder, ese es el sector obrero, encarnado en la imagen de su líder, el camionero Hugo Moyano. Como ha sucedido a lo largo de la historia con los gobiernos Justicialistas, de Perón en adelante, la base del movimiento son los trabajadores. Esto no es así solo en la retorica. Desde 2003 a esta parte, el gobierno ha hecho innumerables esfuerzos para lograr la recuperación de los derechos laborales, y por la recuperación del salario real y los sucesivos aumentos anuales de salario a fin de mantener el poder adquisitivo logrado, frente al crecimiento de los precios. Ni bien Néstor Kirchner asumió la presidencia, se encargo de la recuperación de los salarios, decretando sucesivos aumentos, hasta conformar un salario real que sustentara el consumo interno (tercera pata del modelo). Por su parte, el líder camionero apoyo a ciegas un modelo que le permitió al movimiento obrero recuperar el brillo perdido en la década anterior, y plantarse políticamente sobre la base de la recuperación de los derechos, con el telón de fondo de la mística peronista de antaño, esa que reza el bienestar popular, la justicia social, y la redistribución de la riqueza. El vínculo pareció estrecharse aun más durante el conflicto con el campo. Dicha disputa pareció separar aun más las aguas entre las clases obrera y terrateniente. Una remake de la vieja disputa entre la oligarquía del Rio de la Plata y los cabecita negra de Evita. Naturalmente, el gobierno se ubicó como el protector de la clase trabajadora y sus derechos, velando por ese estado que se ubica como defensor del pueblo. Sin embargo, el actor clave pronto dejaría acéfala la compañía: Néstor Kirchner. El ex presidente actuaba de elemento aglutinante en el movimiento Justicialista. Solo su figura era capaz de reunir en una misma mesa a Hugo Moyano y Cristina Fernández. La presidenta nunca simpatizo con el líder obrero. Y con la desaparición física de su marido, muchos gestos comenzaron a sincerarse. La convivencia mutua fue inevitable hasta Octubre de 2011. Ambos sacaron cuentas y entendieron que era conveniente mantener la alianza hasta las elecciones. Pero luego del acto electivo, las diferencias se crisparon. Moyano fue entendiendo de a poco que Cristina le soltó la mano. Los lugares que le asignaron a los dirigentes gremiales dentro de las listas del Frente para la Victoria fueron escasos. Y las pretensiones de Moyano de levantar el perfil político con vistas a una posible candidatura en 2015, irritaron el entorno presidencial. Un nuevo IDILIO termino: El gobierno apeló al contacto con el sector menos afecto a Moyano dentro del movimiento obrero con un solo objetivo: Reemplazar al Camionero. Moyano entendió esto como el inicio de una guerra, y el conflicto se desató. En medio de un reclamo justo: La Suba del Mínimo No Imponible del Impuesto a las Ganancias, que a decir verdad la CGT ya planteaba durante toda la campaña electoral en 2011, la pelea de fondo dista de ser una disputa por los derechos de los trabajadores. Lo que realmente tiene lugar en el escenario actual es una MEDICION DE FUERZAS. La pelea tiene que ver mas con un juego de cincha entre dos ex socios que conocen bien las virtudes y defectos del otro, que con un verdadero interés en el beneficio de los obreros. DEJA VU: Esto ya lo vi!! Las coincidencias con aquel invierno del 2008 son increíbles. Otra vez el gobierno deshaciéndose de un socio de los mas cercanos hasta ayer nomas. Otra vez con un conflicto que pareciera bastante más sencillo de resolver que lo que indican las sobreactuaciones de un lado y del otro. Otra vez la gente de rehén. Otra vez inmersos en un escenario económico global convulsionado (esta vez quizá mucho mas gravemente convulsionado que hace cuatro años). Si aquello de 2008 quiso ser una medición de fuerzas, el tiempo demostró que el ganador claramente fue el gobierno, al que todos daban por muerto luego de las legislativas de 2009, y que cosecho un apoyo popular masivo en 2011. Sin embargo, no creo que le convenga al gobierno tensar la cuerda al extremo, como en aquella ocasión. Se trata en este caso, nada menos que del sector obrero. Aquel que ha legitimado una y otra vez la actual conducción.

4.5.12

La Corrupción que supimos conseguir...

Cuando un grupo de personas logra la administración de una Organización (Empresa, Gobierno, ONG, Instituciones Sociales, Etc), lo cual conlleva indefectiblemente el manejo de los recursos producto de la actividad de esa organización, y máxime cuando este grupo de personas logra continuidad en dicha administración, una palabra comienza a sobrevolar el ambiente: “CORRUPCION”. El Diccionario de la Real Academia define CORRUPCIÓN: Der. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. Si bien el concepto se aplica a distintos tipos de grupos humanos con fines en común y estructura para alcanzarlos (Organizaciones), generalmente se habla de Corrupción, a la hora de analizar al gobierno de turno. Si entendemos que un gobierno debe siempre velar por el “bien común”, entonces la corrupción entendida en el sentido de la acepción del diccionario, es detestable, en tanto usa los recursos de todos, en provecho de unos pocos, siendo esos pocos los encargados de administrar esos recursos para “el bien común”. O sea, generalmente es difícil que alguien pueda controlar al que es encargado de asignar los recursos públicos, lo que confiere al funcionario corrupto, un cierto grado de impunidad, por mas que esta sea temporal. Podríamos decir que el acto de corrupción en la administración publica, es un delito por partida doble: En primer lugar, el “enriquecimiento ilícito”, producto del manejo de los fondos públicos y sus resortes en beneficio propio y de terceros (generalmente amigos del poder). Este es el delito habitualmente mas visible, y por lo general, el que tarde o temprano termina por ser expuesto, y algunas veces, efectivamente condenado. Pero en segundo lugar, existe otro delito, del cual pocas veces se habla. Se trata del “empobrecimiento implícito” que genera la no utilización de los fondos públicos para los fines para los cuales fueron recaudados/obtenidos. Los fondos que van a parar a la cuenta del funcionario, dejan de ser utilizados en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos (vía su aplicación en gasto de salud, educación, infraestructura, etc.). Esto implica un Costo de Oportunidad Social, en tanto hay gente que deja de recibir el beneficio de esos fondos no aplicados, y ese Costo de Oportunidad Social, es generalmente, infinitamente mayor al rédito personal que recibe el funcionario corrupto al apropiarse de los fondos públicos. En definitiva, siempre que un funcionario se corrompe, no solo comete un delito individual, que lo compromete a él mismo, sino que provoca un daño mucho más grave y duradero, en tanto se despilfarran los recursos del estado. Una vez dicho esto, y yendo a las cuestiones cotidianas y actuales, es habitual escuchar en estos días, criticas al gobierno, por distintos actos de corrupción. Sin embargo, vale decir también, que no es ni el primero ni el último de los gobiernos acusados de actos de corrupción. Es mas, yendo un poco mas lejos, tampoco es cierto que la corrupción sea un invento “Made in Argentina”. La historia esta llena de casos de corrupción, en los distintos puntos del planeta, con distintos idiomas y las más diversas expresiones culturales. Y puntualmente en nuestro país, la historia reciente, con distintas marcas ideológicas en cada década, también ha escrito innumerables historias de corrupción. Me atrevo a decir entonces, que la corrupción no es patrimonio de un país, ni de un partido político, ni de una ideología en particular, ni un problema cultural. La corrupción es propia del ser humano. El ser humano en tanto adquiere poder, se corrompe. Es propio de las personas, de cualquier religión, raza, color o idioma. Es la naturaleza del hombre, la que lo lleva a velar más por sus propios intereses que por el bien común. Es por ello que vale separar, a la hora de analizar las políticas llevadas a cabo por el estado. Por un lado, las personas, como funcionarios, representantes del estado, pero personas al fin. Y por otro lado, el Estado (con mayúscula); esa organización macro, con poder de policía, de coerción y de justicia, que la faculta para tomar decisiones que afectan la vida de la sociedad toda, redistribuyendo recursos según considera conveniente. En este marco, los funcionarios corruptos, como individuos, merecen ser castigados con todo el peso de la ley, por los dos delitos antes mencionados. Pero a la vez, las Políticas del Estado, merecen ser analizadas desde otro lugar, abstrayendo el análisis, de la conducta de los funcionarios. Las políticas públicas debieran analizarse en base a la capacidad que tienen de modificar para bien o para mal la calidad de vida de los ciudadanos. Mirando el accionar del estado con esta óptica, una política no es buena o mala por el accionar del funcionario, sino que su calidad se mide por el efecto que causa la o las medidas en cuestión, en aquello para lo que las medidas fueron diseñadas. Es la razón por la cual “la calle” suele denostar la política, sea del color que sea: “son todos una manga de corruptos”, “que se vayan todos…” Pero también inexorablemente, la organización social debe seguir funcionando, y una y otra vez los ciudadanos vuelven a elegir a los representantes que mas tarde “la calle” denosta. Los políticos pasan (incluso mueren), pero el Estado, como institución, queda, junto a las políticas aplicadas. Este fue el argumento con el cual, el Diputado Ricardo Alfonsín, justificó su apoyo a la expropiación de YPF, aun estando en las antípodas ideológicas del gobierno de turno. Es que este gobierno también pasará, y aquel que tenga que administrar el Estado en el futuro, contará con una herramienta indispensable como es el manejo de los hidrocarburos. El argumento fue: “Hay que separar al Estado como institución, de las personas que ocasionalmente lo gestionan”. La evaluación que se puede hacer del resultado de un proceso político económico, cambia así sustantivamente. Desde este lugar, y parados sobre esta premisa fundamental, es que la comparación entre el proceso actual que vive el país, en comparación con procesos anteriores, cobra mayor relevancia. Es en este marco que la Asignación Universal por Hijo se valora como un instrumento capaz de transformar un subsidio directo como era el Plan Trabajar, cuya contraprestación era ir al piquete, en otro cuya contraprestación es llevar los chicos al colegio, provocando un aumento sustantivo en la escolaridad. Es desde ese lugar que se valora la reducción del ratio Deuda/PBI, el cual pasó del 120% al 45% en solo diez años, con el agregado de que la deuda esta nominada en pesos en un 70%, con lo cual la dependencia de los avatares externos se ha reducido notablemente. Prueba de ello es lo poco que se ha sentido en la economía domestica, la fenomenal crisis que viven los países europeos. Es desde esa mirada, que se valora sobremanera la reducción del desempleo ocurrida en Argentina durante los últimos 10 años, pasando del 20% al 7%, permitiendo que la gente se dignifique a través del trabajo. Es en este contexto que el crecimiento sustantivo que la economía experimentó en los últimos diez años, cobra relevancia. El crecimiento sostenido del 9% promedio al año, no solo es una quimera en otros lugares del mundo, sino que es caso de estudio en las universidades del mundo bajo el título “el milagro argentino”. En conclusión. No caben dudas de que en el presente, al igual que en el pasado, sobran casos de corrupción, los cuales deben ser perseguidos y castigados. Sin embargo, es injusto e impropio, caracterizar la calidad de las políticas por la conducta de los funcionarios. Es mucho mas constructivo y productivo, analizar la forma en que las distintas políticas le cambian la vida a la gente, dejando para un análisis en otro ámbito la corrupción que supimos conseguir

25.4.12

VOLVER AL FUTURO

No hay muchas maneras posibles de oponerse a la medida tomada por el Gobierno respecto a YPF. Aun desde los sectores que históricamente han sido más críticos del actual proceso político económico en Argentina, la medida ha sido vista con buenos ojos. Es que YPF representa para el Argentino de a pie, parte de la historia del país, parte de ese país que de a poquito nos habían empezado a sacar, y que pareciera florecer nuevamente. Las lecturas pueden ser variadas. Es lógico que la medida afecta de manera directa, los intereses de une empresa de capital extranjero, que no supo, y muy probablemente no quiso, cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de invertir lo necesario en nuestro suelo, a fin de garantizar el horizonte de reservas energéticas en el mediano plazo. Y por lo tanto, la artillería mediática, se focalizo en remarcar la “inseguridad jurídica para las inversiones”, las “supuestas represalias desde la comunidad internacional”, y el venidero “aislamiento global” al que el país se expone con la decisión de recuperar los hidrocarburos. Similares visiones apocalípticas surgieron de la prensa con la salida de la convertibilidad, con el canje de la deuda, con el conflicto del campo, con la estatización de las AFJP, con el control de cambios, y con la reforma del BCRA. Con el paso del tiempo, pocas son las predicciones de este tipo que se han cumplido. Por el contrario, el modelo alternativo elegido por el Gobierno, goza de buena salud, y es estudiado en universidades extranjeras bajo el nombre de “el milagro argentino”. Lo cierto es que, ni bien anunciada la expropiación, los organismos multilaterales declararon la expropiación como un conflicto bilateral, y evitaron involucrarse políticamente. Muy cierto es también que la expropiación se da en el marco de la Constitución Nacional y de los Tratados Internacionales, y por medio de un proyecto de ley enviado al Congreso de la Nación, lo cual enmarca el proceso de expropiación en un marco de legalidad que una y otra vez se intenta opacar y desconocer. Pero vale recordar que la génesis de la cuestión, esta en los años 90, cuando en medio de la política neoliberal, en el marco del Consenso de Washington, y cuando todos los países de la región adherían a las ideas liberales, de libre mercado, Argentina decidió resignar sus recursos petroleros y “entregarlos” lisa y llanamente a la actividad privada. Este recurso, el petrolero, es el único que el resto de los países de la región no entrego. Y fue así en la región, porque el petróleo es un recurso estratégico para la economía de un país, y mas para un país en desarrollo. Estratégico por lo que significa para la Industria y el Transporte, pero también como fuente de recursos y de divisas. De hecho, esto último es el nudo de la discusión. Por años, la empresa española se dedico a usufructuar las ganancias de los pozos argentinos, utilizando esos fondos para ampliar su horizonte de negocios a Mongolia, Argelia, Malasia, en lugar de reinvertir en Argentina para sostener el horizonte de reservas nacionales. Es lógico que así sea, ya que se trata de una empresa privada, que vela por sus propios intereses, y no por los del bienestar del país. Ese es el argumento más fuerte del Gobierno. Y es la razón por la que el consenso mayoritario en el arco político y en la sociedad toda, no se hizo esperar. Huelga decir, que la YPF que el Gobierno recupera, no es la YPF que se privatizo en los 90, sino solo una parte de ella. Verdad también que en el nuevo proceso será necesario invertir, y que el Gobierno deberá utilizar recursos propios, o abrir el juego a capitales privados que se asocien a la aventura de explorar en búsqueda de nuevos yacimientos, bajo la orbita de la gestión pública. Será un proceso largo, pero el camino elegido implica que en los próximos años, las áreas petroleras de las provincias, irán volviendo de a poco a manos de YPF, y que los próximos años, se irá reconfigurando el mapa de concesiones, a favor de la empresa estatal. Es por ello que la medida afecta no solo el presente, sino que lleva intrínseca una importante cuota de Futuro. Futuro que estará signado por un mayor grado de libertad e independencia a la hora de llevar adelante una política de crecimiento y desarrollo sostenido. Futuro en el que las ganancias producidas por los pozos argentinos, quedaran en Argentina, y donde la gerencia estratégica del recurso energético, priorizará el desarrollo y el crecimiento del país, por sobre la rentabilidad de los accionistas. Es la razón por la que la estatización de YPF se parece bastante a la saga de Spielberg: Estatizar YPF es VOLVER AL FUTURO…